El hito está lejos de poder aplicarse en humanos, pero sienta las bases para nuevas investigaciones y terapias que reviertan los efectos y enfermedades asociadas al envejecimiento

Un equipo de investigadores liderado por el científico español Juan Carlos Izpisúa en el Salk Institute de California logra revertir los efectos del envejecimiento en ratones de forma segura y eficaz. La técnica empleada dista de poder usarse en humanos en el corto plazo, pero abre el campo a futuras investigaciones sobre cómo burlar al reloj y prevenir o retrasar enfermedades asociadas al envejecimiento.

Reiniciar las células

Izpisúa y su equipo estudian cómo contrarrestar los efectos del tiempo en las células y tejidos, que desembocan en procesos de inflamación crónica y en el deterioro del metabolismo a medida que envejecemos. Una de las formas para contrarrestar los efectos del minutero en las células es la reprogramación celular de los factores de transcripción de Yamanaka. Los factores de transcripción son proteínas que leen el ADN para ayudar a fabricar más proteínas. Yamanaka fue uno de los científicos ganadores del Nobel de Medicina en 2012 por lograr convertir células adultas en jóvenes reprogramando cuatro factores de transcripción, llamados Oct4, Sox2, Klf4 y c-Myc, OSKM, o 4F. 

“Este tipo de reprogramación es una poderosa estrategia alternativa para rejuvenecer las células envejecidas”, introduce el artículo que recoge la investigación en Nature Aging. Izpisúa y su equipo han utilizado esta técnica para probarla con ratones salvajes, sin ninguna mutación, y salvar algunos inconvenientes fatales que habían tenido en experimentos anteriores.

Lejos de aplicarse en humanos

Izpisúa y sus colegas lograron revertir el envejecimiento en células de pacientes con envejecimiento prematuro y en células envejecidas mediante reprogramación de los factores de Yamanaka, pero en ratones producía teratomas, un tipo de cáncer, y causaba la muerte. Salvaron este destino haciendo una reprogramación parcial o intermitente, en lugar de continua, en intervalos cortos y mantenidos, y lograron buenos resultados en condiciones seguras, sin poner en riesgo la vida de los animales.

En sus experimentos probaron dos tipos de reprogramación parcial. Una a largo plazo, entre 7 y 10 meses comenzando a los 15 y 12 meses de edad de los ratones, el equivalente a 50 años y 35 años en humanos; y un tratamiento a corto plazo de inicio tardío, durante 1 mes comenzado a los 25 meses de edad de los ratones, el equivalente a unos 80 años.

Demostraron que en todos los casos la reprogramación parcial a largo plazo es segura y no conllevaba consecuencias negativas, como la formación de teratomas. Demostraron, también, que esta técnica revierte las firmas epigenéticas relacionadas con la edad, es decir, las marcas adquiridas durante la vida de las células que condicionaban su funcionamiento.

Mejores efectos a largo plazo y en ratones adultos de mediana edad

Los investigadores vieron que en los grupos de reprogramación parcial a largo plazo la piel ganaba elasticidad, sobre todo en ratones hembra, y que las heridas se curaban antes y se regeneraban mejor. Se dio un mayor rejuvenecimiento en riñones y piel, más que en otros tejidos, y también en el metabolismo. A corto plazo y en edades avanzadas, los resultados no fueron tan notorios.

“Nuestros datos apoyan la idea de que la reprogramación parcial de los 4F puede constituir una intervención y una estrategia de rejuvenecimiento del organismo para paliar las manifestaciones de las enfermedades asociadas a la edad», concluyen los autores en su artículo.

Fuente La Vanguardia